6.12.09

como es acá





caen los dados batidos casi con desgano casi al descuido
como con ganas de estar
en otro lado
lo mejor es dejarse llevar por la corriente
que ella sola te alcance hasta la orilla / pasa
que acá nomás está la desembocadura / la boca dura y una
hecha de barro seco a quién le va a ir a cantar si estamos todos
rodeados silenciados zenlisiados sermoneados
no me vengo poeta, como El Poeta, me vengo triste 
                                                                                   y seguiré
triste unos días
tal vez
con los dados batidos por un tiempo / una
es una sensiblera una floja y se entristece
y así no hay fuerza que resista para nadar
contra la corriente y no dejarse llevar entonces
saco una brazada más que no da tregua / y una
no está hecha para esto
una piensa
en el solcito de la primavera por descascarar
y en que al final todo va a seguir igual siempre lo mismo
silenciados zenlisiados insilados 
                                                    sigo
tirando los dados pensando que estoy en honolulu beach que espero
sea una playa llena de cocos como imagino
y no con caimanes y tsunamis como es acá


18.11.09

Edad para volar





Mi madre creía en los santos y en los sueños. Interpretaba como señales de buen presagio mis recurrentes experiencias de vuelo nocturno, estrategia que en la mayoría de los casos surgía como única posibilidad para escapar del horror de las pesadillas. Por lo menos yo sí me salvaba cuando salía volando. Ella no. A ella la alcanzaba una suerte de perseguidor y eran sus gemidos en el fondo de la noche lo más parecido a la peor de las pesadillas que jamás tuve. Desde mi cama yo la llamaba varias veces y, no antes de molestarme hasta el enojo, ella despertaba. Entonces nos volvíamos a dormir y por la mañana ese era un asunto del que normalmente no se hablaba.
"El que sueña que se muere, se muere" decía que decían. Yo nunca soñé que me moría y sí que se moría otro, lo que significaba que “le alargaste la vida”. Tampoco soñé que ella se moría y aunque ahora sé que no hubiese ayudado, a veces pienso que se lo debo.
El día que mi madre murió yo estaba lejos de casa. Casa estaba lejos de mí. Durante un tiempo tuve la sensación de que nada me sujetaba a la tierra, que nada ejercía contrapeso del otro lado. Durante un tiempo no supe cuál era el otro lado. Aquello que había aprendido sobre los santos y los sueños se había ido por un agujero; y lo peor de todo es que ya no tenía edad para volar.

(de "Caracoles y piedritas", inédito)